martes, 16 de febrero de 2010

Un día en el campo

El otro día mentí. Mi mayor temor infantil no son las bicicletas, sino las flores amarillas, pero tiene su explicación y yo la cuento:

Hace mucho tiempo fui al campo con mis padres. Tendría yo unos siete años.
Todo iba bien, hacía sol, mi madre leía una novela rosa, mi padre jugaba con mi hermano al fútbol, los gnomos celebraban el cumpleaños del juez Klaus, y yo jugaba con un palito y unos condones usados que había encontrado por ahí. Cuando mi madre me vio, horrorizada vino a mí, me pegó en las manos sin decirme nada y me dijo que jugara al fútbol con mis parientes. Como yo no sabía por qué me había pegado y tampoco quería jugar al fútbol, me enfadé y me fui a matar a los putos gnomos.

Cuando se me pasó el enfado se me ocurrió coger flores para que mi madre me perdonara, así que fui buscando las más bonitas. Cogí una morada con forma de campana que se marchitaba muy rápido, una blanca que lo ponía todo perdido de polen, amapolas, tan frágiles que se deshacían en la mano... pero yo quería más, quería una flor que no se marchitara tan rápido, que no me dejara las manos pringosas y que fuera masculina. Una flor de verdad, no una metroflor. Y la vi... era una flor amarilla, alargada, pero tenía unas semillas redondas, gordas (sí, como huevos) y yo supe que ésa era la flor que estaba buscando.

Había muchas flores de ésas juntas, muchísimas, pero a mí me gustaban las del centro, que tenían los huevos más gordos. Así que me metí entre las flores y cuando llegué al centro y me dispuse a cortarlas... horror, miles de zumbidos llegaron a mí. Eran avispas, y había millones. Millones de avispas celosas porque yo estaba intentando hacerme con la flor-falo más grande. Intenté salir corriendo pero algo me agarraba la ropa. Eran las
otras flores, que me mordían y algunas tenían hasta cuchillos. Y esto lo digo en serio, seguramente sería un efecto óptico, ¡pero yo juro que ví flores con cuchillos!

Conseguí huir de ahí mientras las escuchaba insultarme y amenazarme y me lanzaban gnomos a la cara. Y desde ahí odio las flores amarillas.

6 cazadores con rifles cargados:

Pilar Cita dijo...

Moraleja: La vida de un niño hetero discurre feliz y simple pataleando balones y llenando de orgullo a sus padres, mientras que la de uno inquieto y gay, en su búsqueda de la belleza, discurre desde condones usados hasta abejas polinizando y libando flores.

Que tiernín :)

Juanfra Gallego dijo...

:) Traga, traga!

Esto me recuerda a la película "Mi Chica" :(

Pedro Toscano dijo...

Confiesa: Tienes la fórmula de la eterna juventud y eres Lewis Carroll.

Juanfra Gallego dijo...

Escucha esta:

http://www.goear.com/listen/de37183/el-fin-de-semana-que-no-paro-de-llover-zahara

The cucumber dijo...

Sin duda ese polen era alucinógeno. Recuerdas de que flor salía? ganarías una pasta, porque parece buena sustancia...

Por tanto, esa caracterización de la realidad tan bonita que ha hecho kokoro no es cierta, tu día pasaba entre condones y drogas, ya apuntabas maneras.

quéinsólito dijo...

Yo lo que no puedo entender es como no chuperreteaste los condones usados antes de que tu madre te riñiera tantísimo!...o haber vuelto a donde los dejaste y haberle dado un chuperretón! imaginate que son de un empotrador!... Entiendo luego que te soñases con flores con el capullo muy gordo y huevos...

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