domingo, 17 de enero de 2010

Kamekame-ha!

Vaya, cómo llueve por España, ¿eh? A mí eso me pone muy contento, primero debido a una satisfacción maligna por no estar allí para sufrirlo y segundo porque al fin podré darme largos baños espumosos sin sentirme culpable, como cuando era pequeño.

La hora del baño, que solía darse al entrar la noche, era en mi casa una costumbre muy fructuosa para todos. Mi padre yacía inconsciente tras pincharse con el huso de una rueca. Mi madre aprovechaba sus ansiados minutos de libertad para zurcir, bordar, planchar, limpiar, fregar, tender y preparar la cena. Y mi hermano y yo aleteábamos intrépidos en un océano de jabones, sales y patitos de goma. La duración del baño solía extenderse sin límites y sin embargo, tardábamos poco en darnos cuenta de que, como cada día, nuestros sueños de sirena permanecían acotados por muros de cerámica.

A pesar de todo, la decepción no nos desanimaba en absoluto y pronto nos las ingeniábamos para que no decayera nuestra pequeña fiestecita acuática. Yo he visto a mi hermano atragantarse con espuma y escupir champú, limpiar los azulejos de las paredes colindantes con sus nalgas, mear en el váter desde la bañera y en la bañera desde el váter, etcétera. Pero sin duda, nuestra mayor gloria en el baño sucedió un día que mi madre tardó demasiado en sacarnos de la pila.

Resulta que por aquel entonces era la moda de Bola de Dragón entre los infantes españoles y yo, comido de la cabeza que estaba, le dije a mi hermano que sabía cómo podía convertirse en súper-guerrero, que era una cosa que hacía Goku para ser más fuerte. Él constreñía todos sus músculos, se volvía rubio y se convertía en la persona más poderosa del universo. Pues eso le dije a mi hermano, que apretara. Añadí además que para más poder debía tensar su cuerpo en cuclillas. Y apretó, apretó… y se cagó.

Allí estábamos: mi hermano pasmado, yo desconcertado, y una mierda flotando entre los dos. Nuestra relación alcanzó sus mayores cotas de fraternidad. Nunca más volvimos a estar tan unidos como en ese instante en el que yo, con la majestuosidad que me otorgaban los años de diferencia actuaba como amo, y mi pequeño hermano, servil y manso, expulsó por su culo un zurullo moreno en mi dirección, como ofrenda divina a su ser superior.

Ni la torta de mi madre ni los lloros de mi siervo consiguieron apaciguar la sensación de control total sobre mis seres inferiores. Sin embargo la sequía trató de truncar mis sueños de dominación mundial impidiéndome el baño diario y transformándolo en el colmo del engorro y el fastidio: la ducha.

Aunque sin éxito, pues tan solo se han visto aplazados hasta el feliz momento en el que vuelva a tenderme en mi altar acuoso. Y estos días he podido comprobar cuán poco falta para tan ansiada fecha. (Carcajada maligna).

(Me alejo elegantemente a la oscuridad mientras se escucha otra carcajada maligna y va perdiendo fuerza poco a poco).


Mi templo y yo en perfecta comunión

6 cazadores con rifles cargados:

Mar dijo...

La foto está tremenda!!!!!!!!

y en países donde no hay sequía, pos no hay bañeras!!! es que es pa indignarse, eh?

;)

Pedro Toscano dijo...

Yo es lo que más echo de menos de vivir en casa de mi señora madre... AQUÍ NO HAY BAÑERA!!!

Pilar Cita dijo...

El juego que da una bañera! Igualito que el plato de ducha... :)

En esa foto se te ve con una cara de "soy el dueño del mundo y si quiero, te vas a cagar!" XDD

The cucumber dijo...

Los baños eran maravillosos, la de cosas que se hacían allí...mi hermana y yo jugabamos muchísimo con los el barco de playmobyl y a que mi cosita era el caleidoscopio de un submarino. Eran momentos mágicos.

No obstante a mi nunca se me ocurrió ni A) dominar el mundo. B) Exigir a mi hermana que se cagara bajo la falsa idea de que se convertiría en un pokemón (lo siento, nunca vi Bola de Dragón).

Pedro Toscano dijo...

Ahora que me acuerdo... hace no mucho compré un patito de goma caracterizado como Frank'N'Further (aka: mi nuevo papi), el prota del Rocky Horror Picture Show... No lo pude evitar, vi como me llamaba...

Carlos dijo...

Jajaja, me he reído a carcajadas con lo de la ofrenda divina.

Publicar un comentario