viernes, 22 de enero de 2010

Directo al infierno

Si ha habido un mandamiento que yo me he saltado a la torera, éste ha sido el de “No robarás”.



Empecé mi ristra de delitos a una edad muy temprana. Tendría yo unos cinco años cuando tras pasar una mañana en casa de mi primo me llené los bolsillos con muñecos que cogí de su cuarto. Cuando mi madre me vio me dijo:

-¿Qué llevas ahí?

Y yo le contesté con frialdad de asesino:

-Muñecos que me ha dado el primo.

Y mi madre se lo creyó. Éxito rotundo.

La siguiente vez robé un pañuelo de tela en una tienda de veinte duros, a primera vista algo inservible por lo que no merece la pena arriesgarse, pero después del hurto mi He-Man pudo dormir en una camita blanda y mullida. Y nuevo éxito, dos de dos.

Pero no fue todo de color rosa en mi carrera como caco. Un día me pillaron. Resulta que yo robé unos cromos de esos que les pegabas con la mano para darles la vuelta a mi primo (pero era otro primo, que tampoco me iba a ensañar con mi propia familia). El fallo estuvo en que cuando mi madre me los vio le dije que me los había dado él pero cuando me los vio mi padre le dije que había sido una vecina. Así que mis padres hablaron de ello y la verdad salió a flote. Mi madre castigó a su pequeño alcalde de Marbella y mi padre me quitó los cromos porque me dijo que eran de niñas. A pesar de todo, lo que más dolió fue haber cometido tal error de principiante.

Con el pasar de los años no me achanté y permanecí en la cofradía de la mano larga robando más cosas: un chupachups de manzana con el envoltorio verde chillón que me estaba llamando a gritos (¡menudo uso de la retórica!), un anillo para un dedo de un pie, unas uñas postizas negras para un disfraz…

En el Instituto llegué a mi punto más álgido, pero ya en vez de rozar la cleptomanía como en años anteriores la violaba. Yo iba al Insti con mi vecino pero antes pasábamos por un kiosko donde yo metía la zarpa y robaba cigarrillos, no para mí porque yo nunca he fumado ¡sino para él! O sea, que ya era robar por amor al arte, para dárselo a otros. Era algo así como el Robin Hood de los Marlboros.

Aun así mi gran golpe estaba por llegar. Fue ya en la Universidad. Aquí ya seguí un plan trazado junto con compinches y todo. Muy fuerte. Mis amigas Ambrosia, Nougat y yo nos disponíamos a robar alguna revista, pues no teníamos ganas de estudiar.
Definimos unas directrices, nos asignamos un rol a cada uno y discutimos sobre nuestro objetivo principal: la hija del presidente. Es broma, ja, ja. Nuestro objetivo era alguna revista ligera. Ellas distrajeron a la kioskera mientras yo metía mi mano entre la prensa escrita. Noté que mi brazo se alargaba mágicamente y pensé que Dios bendecía nuestras acciones desde el cielo y me otorgaba el poder de robar sin ser cazado.

Fue un pequeño tironcito y ya está, las revistas eran nuestras. Lo que pasó a continuación lo recuerdo como uno de los mejores momentos de mi vida: mis camaradas y yo salimos corriendo, con la adrenalina saliendo a borbotones por nuestras orejas, chillando, riendo a carcajadas, eufóricos. Nos paramos en un banco a contemplar nuestro botín: ¡Una Loka! ¡¡Y una Loka Posters!! Maravilloso.



Así que haciendo recuento, he robado: unos muñecos, un pañuelo, un chupachups, un anillo para un el pie, unas uñas postizas, cigarrillos, una Loka y una Loka Posters…

En definitiva, si alguna vez me invitáis a vuestra casa no olvidéis poner las cosas sin valor a buen recaudo.

4 cazadores con rifles cargados:

Pedro Toscano dijo...

Ay dios mío qué peligro...

Yo tengo una prima cleptómana, y es un innnfierno cuando viene a casa... de vez en cuando luego viene mi tía con la bolsa de "rehenes" y nos los devuelve...

Lo que más me dolió fue un peluche pequeñito de Sebastián, el cangrejo de La Sirenita... O lo tendrás tú en la bañera con los action man????

Mar dijo...

¿y esa idea de escribir sobre hurtos..?
(no quiero la respuesta, vale?)

a mí me ha hecho gracia eso de que tu padre te quitó los cromos porque eran de niña... jajajajaja

a mí me han robado las ganas de estudiar hoy!!!!

Carlos dijo...

Eres muy Orson Hodge. Yo sólo he robado ropa en Inglaterra (que para eso es el país de los robos), una libreta en un Natura donde me atendieron fatal y el guión de La Mala Educación. No el original, sino el librito en una estación. Todo en tiendas, ¡no a mis primos ni a Almodovar!

Carlos dijo...

Éste eres tú.

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